sábado, 2 de julio de 2016

El último rapto de Europa

La dimisión de Cameron es también para ganar tiempo. Nadie quiere encabezar en Londres el Gobierno del divorcio. Los favorables al Brexit, porque saben el coste que esto puede suponerles: perder las próximas elecciones.
Los favorables a la permanencia porque en su naturaleza estará el intentar un divorcio de mentirijilla, que molestará a los futuros ex socios europeos sin atraerse las simpatías de escoceses y norirlandeses.



Mientras tanto, Juncker y Schultz dicen que Escocia se ganó el derecho a ser oída en Bruselas, poniendo de los nervios a Rajoy, que se niega a que haya negociaciones con quien no sea el Reino Unido; lo hace por remojar un poco su florida barba ante el envite indepe catalán que ve venir.

Sabe Mister Brey que si Escocia obtiene una pasarela a la UE, se quedará sólo frente al problema catalán.
Europa, al menos la Europa actual, que es una mera cámara de compensación y un negociado de gestión de daños y desperfectos, no es Roma y, si le conviene, sí pagará a traidores.

Las naciones han vuelto a raptar a Europa. Y no harán nada bueno con ella.