Anna Gabriel, de la CUP, cree en las bondades de la tribu, y quiere que su cuerpo sea de todos (como el futbolerío vociferante periquito anhelaba el de Shakira.)
Aquí.
Pero no para devolver a las palabras su pureza, sino para darle a la tribu el fruto de su cuerpo. Crísticamente, con un par.