En la buenísima película española A Perfect Day ( la mejor española del año con diferencia, pero que no mereció en la vergonzosa última gala ningún premio goyesco en apartado alguno, salvo la pedrea del mejor guión adaptado; ni siquiera en el de paisaje, y eso que está íntegramente rodada en Granada, Málaga y Cuenca), se recrea, a modo de parábola, un delirante y cotidiano episodio de la guerra de los Balcanes: unos cooperantes de una ONG habiéndoselas de ver con la absurdidad del conflicto, para poner literalmente un poco de higiene en un pozo con tanta mierda que emponzoña hasta el aire circundante: esa pesadilla llamada Guerra de Yugoslavia, ese todos contra todos en que se mataron vecinos y hasta se traicionaron familiares entre sí al son de varios flautistas nacionalistas de Hamelín que hacían sonar variantes de la misma lengua (cuando no en la misma lengua).
El otro día condenaron a 40 años a uno de ellos en La Haya.
En tiempos de guerra y de nacionalismo parece que todo, por muy abyecto que sea, está permitido, viene a decir el film, Y que el hombre se acostumbra a todo.
En tiempos de nacionalismo, aun cuando no haya guerra abierta, en algunos lugares, también se permiten, se toleran, como mera "trivialidad del mal", muchas cosas que son "lisa y llanamente" abyectas, como ésta:
aquí.
Veremos cómo se comporta la justicia en tiempos de paz con el difamador y sus televisivos cooperadores necesarios, que, de momento, parecen de lo más tranquilos en su consuetudinaria, triunfante y ufana impunidad.
P.S.
En Francia tuvieron también su caso Raval, pero la diferencia es que de él la prensa gala salió algo regenerada.
Ici.