"Tic tac", así se llama en los mentideros del Madrid conspirativo (que si Javier Solana, que si José Manuel Margallo, muchos tapados egregios seniors...) a la estrategia de Moncloa: Rajoy esperaría a la tercera investidura, dando por perdida la primera, y confiando en que en la segunda Sánchez fracasara o fracasase. Un poco a la catalana, en el último segundo del último minuto.
Pero la llave de la segunda la tiene la Iglesia, perdón: el Iglesias. Ese es el elemento endiablado, el diabolus in musica*.
Aquí el de Paganini.
Pero ¿sonará con estruendo tal nota silente, ese intervalo del demonio?
Desde luego el Iglesias tiene al menos el look para el papel, no un Diablo vestido de Prada, pero sí un Rasputín de chez Alcampo.
* Debido a su dificultosa entonación y su sonido algo siniestro, en el Medievo se le denominaba diabulus in musica (‘el diablo en la música’) y se consideraba un intervalo prohibido que había que evitar a toda costa.
En la música antigua, la Iglesia sostenía la idea de que el Diablo se colaba en la música a través de este intervalo. Para evitar esto, a la hora de componer, se prescindía del uso del si (la “sensible”, el séptimo grado de la escala) pues era un sonido que incitaba a la formación de la cuarta aumentada.