En Bélgica, cuando los resultados en unas elecciones generales no son claros, el sistema permite que el rey, jefe del Estado, pueda nombrar a un "informateur", una personalidad política, más o menos independiente, encargada de sondear las posibilidades de acuerdo entre los diferentes partidos en el tablero y de informar luego al monarca, quien, sobre la base de esta tarea delegada, puede nombrar luego a un "formateur du gouvernement".
A veces, pero no siempre, el dicho "informateur" será nombrado por el rey "formateur", es decir el encargado de intentar formar Gobierno y, a la postre, si todo va bien, Primer ministro del gabinete.
Pero lo interesante de este mecanismo es que el "informateur" realiza su tarea pensando en el bien común, con la mira puesta, según su propio criterio y leal saber y entender, en convencer a los partidos coaligables de llegar a un pacto estable que dé nacimiento a un Gobierno estable para una legislatura estable.
Deberían llamar al "informateur", el "stabilisateur".
En el laberinto español actual, no estaría nada mal que existiera tal institución, pero no sólo carece de incardinación en los textos legales, sino que ni tan siquiera tiene acomodo en los usos políticos patrios, si bien nada impide al rey Felipe encargar dicha tarea a alguien, por su cuenta y riesgo, amparándose en el papel arbitral que le otorga la Constitución.
Huelga decir a quién nombraría yo en España "informador", e incluso, ya puestos, en "formador" de un Gobierno de concentración, que quiere decir, más que de unificación, un Gobierno que se concentre en lo principal y común y se olvide de los accesorio y particular. Un Gobierno para que seamos libres e iguales, y no cautivos y desiguales, como lo somos ahora.
Una personalidad independiente, de edad ya provecta y que, por lo tanto, ya se haya equivocado muchas veces y haya sacado las pertinentes enseñanzas;
tengo a uno, fue de jóven socialista, pero trabajó más tarde para los centristas, y luego se desempeñó como non aligné, y por fin como liberal en Europa y, sobre todo, me gusta porque tiene los mecanismos del Estado en la cabeza, y que, cerise sur le gateau, la última vez que estuvo en política recabó más de un millón de votos de electores que querían acabar con el bipartidismo y la corrupción (en votos, apenas algo menos que el equivalente a la suma de votos de los partidos independentistas en el Congreso, 17 escaños, y que ahora tienen la llave del Gobierno de España); actualmente se dedica a sus labores académicas, una suerte para sus estudiantes.
Nadie habla mal de él, y quien lo hace... no es nadie.
Con ustedes, ladies and gentlemen:
Y además siempre va con la prudente y perspicaz Bubu.
¿Quién da más?
Pero la pajarita la lleva él.
Buenas noches, (e)lectores