miércoles, 30 de diciembre de 2015

Cuatro almas

Dicen los aurúspices que leen en las entrañas de los animales que la CUP, si bien el doble empate a 1515 da a entender que la formación está dividida en dos, tiene en realidad cuatro almas: independentista,  feminista, anticapitalista e internacionalista. 
El sí a Mas lo representa Antonio Baños y el no, Anna Gabriel.
Pero el dilema que siempre ha planeado sobre la formación es independencia o revolución y el orden de los factores.
La CUP nació en el municipalismo y en 2012 ya se palpó la ropa para decidir si se presentaba a las autonómicas. Lo hizo de la mano del periodista y letraherido David Fernàndez (né Fernández) : consiguió tres diputados. Fernández se ganó los galones en su quehacer parlamentario, pero sobre todo ganó visibilidad por presidir la Comisión parlamentaria de investigación a los Pujol. Luego, supo establecer lazos con Mas en todo el proceso en torno a la consulta y con ello su formación parecía dejar su vocación antisistema o, al menos, el carácter sistemático de la misma.
Fernàndez abandonó el Parlament por prurito antipersonalista, otro de las señas de identidad de la CUP.
Hace poco la alcaldesa Ada Colau lo ha premiado con el cargo de supervisor de la Oficina 
per a la Transparència de l'Ajuntament de Barcelona. En estos últimos días se le ha vuelto a ver con sus compañeros en primera línea asamblearia: es curioso cómo un partido tan rotatorio que huye de todo protagonismo, en el que un Fernàndez puede ser sustituido por un Hernández, como quien dice, ha querido que sus líderes ocupen la primera línea en la Asamblea de Sabadell y hagan piña en torno a los voceros que anunciaron el empate eterno.
Fernàndez, a pesar de ser un independiente dentro de la CUP ostenta cierta ascendencia sobre la militancia y parece favorable a votar en favor de Mas.
En el sector noísta descuella Anna Gabriel: esta diputada mamó comunismo y anarquismo en su pueblo minero de Sallent (Bages), dos filosofías tan irreconcialiables como paradigmáticas de la eterna cuestión que ya se planteó en la guerra civil: ganar la guerra o hacer la revolución. En su caso parece que está claro que el fin no justifica los medios, y opta por cortarle la cabeza a Mas.
De la misma opinión parecen ser los diputados Benet Salellas y Josep Manel Busqueta; este último no ha dejado de trabajar en la pastelería familiar de Bellpuig (Urgell). Es economista y bolivariano, y hasta llegó a asesorar a Hugo Chávez, recomendándole que nacionalizara más todavía
La CUP defiende asimismo los valores propios del internacionalisme, la solidaritad con los pueblos más allá de los Estados. Si pueden no ser el pueblo español, mejor.
Otra de la voces de la dirección que no quiere hacerle la respiración asistida al "procés" a través de Mas es  Xavier Generó: licenciado en "Ciències de l'Activitat Física" es portavoz del secretariado, activitat que simultanea con su profesión de guardia del refugio de montaña de la sierra d'Ensija, en el Pirineu, a 2.100 metros.
Los defensores de Mas, aparte del mencionado Fernàndez, son Antonio Baños y Julià de Jòdar, diputados que no militan en la CUP, y que se muestran partidaris del pacto con Junts pel Sí para no hacer descarrilar el  “procés constituent” de la futura República catalana.
Jòdar, de 73 años, es un veterano de la lucha independentista, faceta que ha combinado con la de novelista.
Antonio Baños, a su vez, defiende a Mas, pero no su liberalismo, com queda patente en sus libros La economía no existe o Posteconomía.
Los diputados Albert Botran y Sergi Saladié también son favorables al pacto. El primero es historiador con diversas publicaciones sobre la historia de los "Països Catalans" y de la propia CUP. El segundo, representante de la provincia de Tarragona, es un firme oponente al complejo de casinos BCN World, que la Generalitat promueve en Tarragona y que ahora Artur Mas ha frenado para facilitar el pacto con  la CUP.
Además de la corriente "Poble Lliure", el sí a Mas ha recabado en las últimas semanas el apoyo de 4 de las 13 asambleas territoriales, básicamente las de Gerona y  la Cataluña interior.
Entre los que no se han definido, están los diputados Eulàlia Reguant, Gabriela Serra y Ramon Usall. Reguant ha trabajado en las propuestas del plan de choque contra la pobreza.
Gabriela Serra es la veterana del grupo, vinculada a les luchas sociales de los setenta. Una década más tarde abogó por en no a la OTAN y las políticas de Felipe González.
En resumen, unos dirigentes tan divididos con la militancia. Pero algo los une, todos se hacen llamar con un plural en femenino. Son todos y todas las miembros de la CUP, las que tal vez no deciden pero sí influyen a la hora de que las bases decidan. La CUP ha querido inventarlo todo, partir de cero como en su día los albigeneses; pero no han logrado modificar algo esencial: en todo grupo hay líderes, y en la CUP también.
 
 De estos líderes depende que Artur Mas esté al frente de la Generalitat, y, más allá de esto, si el "procés" sigue la hoja de ruta que acordaron 72 diputados cuando poco después del 27-S decidieron desconectar Cataluña de España. Poco importa que esa moción hay sido anulada de pleno derecho por parte del TC de España: en la propia resolución quedaba fijado el principio de desobedecer a cualquier sentencia "española" que cuestione el proceso del "procés".

Cuando se queman las naves, no se puede volver atrás. O sí, si en el Gobierno de España se ofrecen cosas. El empate eterno de la CUP es el de la independencia y la no independencia.