Reacción exprés en El Mundo de Albert Rivera a las unánimes y acerbas críticas a lo expresado por su candidata Rivera de la Cruz en el "debate a 9" sobre igualar penalmente a hombre y mujeres en temas de violencia de sexo; de hecho es un subtema que está subyacente en la campaña: no el de la violencia (llamada anglosajomente) de género, sino el del uso de esa cuestión como arma electoral arrojadiza, siendo, como es, el problema, altamente sensible, al ser un tema de los llamados "transversales", en los que todo el mundo quiere opinar lo mismo. Nadie está a favor de ser lenitivo con la violencia, nadie defiende esa vieja y repugnante doctrina de cierta judicatura franquista que, en tiempos, atemperaba las penas por los crímenes pasionales del varón indómito con todo tipo de atenuantes, o que veía a las féminas como provocadoras, directas o indirectas, de su propia desgracias. Ese tiempo pasó y no volverá, cabe esperar, en España, y es la prueba de que la sociedad evoluciona, a veces, a mejor.
En los países en que las tablas de la ley están impregnadas por el Corán, las cosas son, ay, muy distintas.
Arcadi Espada, en su karta dominical, organiza sobre el complejo asunto un afilado y crudelísimo dispositivo cazabobos, algo a lo que tiene acostumbrados a sus lectores (en éste, una vez más, nada es lo que parece).
Volviendo al subtema: pedir que se trate igual al hombre que mata a su mujer que a la mujer que mata a su hombre es, por lo visto, hoy por hoy, políticamente muy incorrecto en España; no en otros países; y solo en nuestro entorno civilizado Suecia sobrepenaliza a los hombres. De hecho, la mencionada tribuna de Rivera ni siquiera propone tal cosa, sino solo elevar a penal toda violencia doméstica, que es otra cosa, opinable, por supuesto, pero que nada tiene que ver con la igualdad de hombres y mujeres antes las tablas de la ley (actual) de la discriminación positiva. Sin comentarios.