jueves, 9 de febrero de 2017

Un puto euro

El mini-juicio al 9-N toca a su fin; mañana el trámite de las conclusiones de las partes, que se ratificarán.

Si bien lo que no consta en un legajo no existe judicialmente, y por mucho que la verdad judicial muchas veces nada tenga que ver con la verdad a secas, sorprende que no se haya aludido durante la vista a esos días posteriores a la consulta en que miles y miles de personas votaron en los siete locales de la Generalitat al efecto, ni sobre quién pagó las papeletas, las urnas, los ordenadores, los programas y demás adminículos necesarios para que se celebrase la votación del 9 y las siguiente dos semanas.

Ni cómo fue posible que cada votante supiera en qué mesa lo tocaba votar sin que mediaran una listas censales o padronales de titularidad sólo pública.

Un solo euro público, un solo dato del censo ingresado en un soft, un solo vatio de bombilla de una sola oficina de una sola delegación de la Generalitat (pagado a cargo del erario público) en que se votó durante quince días llevan directa e inexorablemente a la malversación, justo el cargo que el TSJC no ha querido ni contemplar, y, que, curioser and curioser, lleva aparejado pena de cárcel.

Y luego dicen que no es un juicio político.

No na ni na.



¡Orden!

En el Parlamento unos diputados tararearon a Beethoven ayer en el voto del Brexit.
No se pierdan la llamada al orden.

Aquí.

Los comunes se pliegan al vulgo

Westminster avala el Brexit, y no logra que el acuerdo con Bruselas sea votado antes en el Parlamento sino solo después. Partie remise.
Aquí.

Medallas a posteriori

El alto policía jubilado en la segunda parte de la entrevista  verité  insólita en que se autoimpone las medallas que lo le impusieron.

Aquí.

Asusta lo que dice, sea verdad, mentira o Schrödinger,  pero más asusta que lo diga y que la fiscalía ni se inmute.





En el 1´ 25´´ del video dice que decide investigar el caso Faisán después de oír a unos tertulianos, como el periodista, que le hace la entrevista.