sábado, 12 de noviembre de 2016

El runrún del trump-trump

Cosas oídas y leídas:

El 17% de la inversión industrial se había perdido en los últimos años con los consiguientes pérdidas de puestos de trabajo.

Los groupies de Sanders echan cuentas, en 2015 los pobres recibían menos ayudas que cuatro años atrás.

El campeón de la clase obrera norteamericana es un millonario que comer burgers y pollos con los dedos.

No es un político, pero es un buen hombre de negocios.

El Tratado de libre comercio está muerto, y bien muerto está.

Putín y Al Assad están hoy más contentos.

Netanyahu considera que tiene un aliado en contra del futuro Estado palestino.

El presidente de Filipinas considera que Trump es su hijo de ruta.


Le Pen lo ve como LaFayette.

Farage se ve de embajador de EE.UU en Bruselas.

Amanecer Dorado saluda a Trump como el advenimiento de la naciones puras.

Errejón pondera el sentido común con el que Trump "ha sido capaz de conectar y articular".

Aquí.



Bomberos pirómanos

De momento estos tres bomberos para el cambio climático en el equipo de Trump.
Aquí.
El problema no son tanto las mentiras en campaña, pura publicidad engañosa de un trumposo, pero en el fondo marketing amparado en el libérrimo margen de expresión americana, que hasta tolera la apología del asesinato indiscriminado con el que soñaban los surrealistas: "En mitad de la Quinta Avenida podría dispararle a alguien y no perdería votos"; porque el votante piensa: "bueno, dependerá del alguien disparado, que eso sea bueno o malo"; el problema es cuando las mentiras se convierten en políticas, con líneas presupuestarias al efecto.

Los indignados de Trump, en lugar de llorar como boabdiles en la calle lo que no supieron defender en la urna, deberían plantearse otra formas de comportamiento, para evitarse darse más trumpazos.

Por ejemplo, presionar a sus congresistas y senadores para que le apliquen la camisola al presidente electo antes de que tome posesión del cargo, por ejemplo.

El aspa corredera

Por qué el nivel de educación es un mero atenuador de tendencias.





Winner loses all

El ganador lo pierde todo, en este caso. Ya pasó con Al Gore frente al jovencito Bush, la última vez.
La aberrante normal electoral usamericana, según la cual  lo de "un hombre-un voto" se queda en nada.
Aquí.

Algunos americanos, por lo que se ve,  lo son más que otros.

Con lo fácil que sería un distrito único; aparte de que en tal caso, todos los votos estarían igual de incentivados: con el sistema actual, la abstención se explica porque en muchos Estados el resultado es tan claro en favor de uno u otro partido que el votante no le ve sentido a molestarse en acudir a las urnas.