domingo, 28 de agosto de 2016

Los burkinistas

La prensa socialdemócrata más buenista (y aquí analfabeta: ¡escribir "mallas" con una "y",  faut le faire!) intentado pintar una idílica alianza de civilizaciones "bikini-burkini", una convivencia erdogana y zapateril, en este caso en las playas del Líbano (40% de cristianos).
¡Hasta habría varones domados que se bañan vestidos por pura solidaridad!
Qué natural resulta la convivencia de las (y los) burkinistas con las (y los) bañistas occidentales y sus bañadores...
Aquí.


Espada, en su karta dominical, le da vueltas y más vueltas al burkinismo. Que si la estética, que si la moral, que si la hipocresía del Occidente más retroprogresista... Que si se legisle su práctica...
Y al final se marea y sólo ve a una mujer diacrónica en las playas del tiempo.
Aquí.

Pero el problema del burkinismo es que ya no es un asunto ni moral, ni estético ni siquiera civilizacional: se ha convertido en un problema político.

Y no hace falta ser un visionario como Houellebecq ni escribir una novela como Sumisión para ver que quien lleva burkini u otro atuendo velador (lo haga por la razón que lo haga) está ejerciendo de soporte humano objetivo, de mujer-anuncio, de colaboradora necesaria para el mensaje político de un movimiento llamado islamismo, y que algunos llaman islamofascismo.
Una de cuyas premisas principales es la sumisión de la mujer al varón: la primacía del burkinista prescriptor sobre la burkinista prescrita.

Y es que si estamos en guerra, como dicen Hollande y Valls, contra el islamismo radical, hemos de estar en guerra también contra esta guerra de propaganda, que es lo que es el burkinismo.

Y por tanto en contra de las mujeres-propagandistas en nuestras playas.
Legíslese ya, pero en una lógica de guerra.


Guisando un nuevo pacto de Guisando

Rivera y Rajoy podrían haberse abrazado, y lo habrían hecho si creyeran de veras en su pacto, que ha ido cogiendo algo de cuerpo, eso sí, conforme se acercaba la fecha de la investidura y la posibilidad de que al final C's hiciera un corte de mangas.

Aquí.

Estos nuevos pactos de Guisando (de desaguisando, de no sumando...), Rajoy dixit,  persiguen sólo meter presión al PSOE (100 medidas de las 150 las firmó con C's el PSOE en el drôle de pacte).

A ver quién es el guapo... etc.


C's, que se ha comido por tres veces su NO a Rajoy, cual Pedro con el Mesías: arriesga mucho, el que más, pues puede perder dos veces seguidas una investidura; pero también demuestra ser un partido de diálogo y un partidario del centro, cosa que, a la larga, le puede reportar beneficios. Al menos, los ciudadanistas son fluidos y dialogantes, eso no se les puede negar.

Quedamos pues a la espera de la investidura y de cómo los sánchezes, iglesias, los garzones y los nacionalistas se retratan en la tribuna  (o se abrazan entre bambalinas).