sábado, 16 de abril de 2016

Los yihadistas de diván

Los independentistas catalanes más impacientes han lanzado un manifiesto, por aquello de "tensionar un poco la cosa", que decía Zapatero, porque se huelen que el "procés" está estancado, empantanado. (Y tampoco les gusta un pelo que Rajoy reciba la semana que viene a Puigdemont, todo lo que se parezca de lejos o de cerca a una normalidad institucional, los saca de quicio: lógico, pues ellos están en una dinámica revolucionaria e iconoclasta, de momento sección callejero y estatuaria de salón).

El texto de marras es una prosa pedestre tipo etarro-técnico-anacrónica, parecida a los pasquines anarquistas y trotskistas que pululaban duraban la Guerra Civil.

Aquí.

A destacar dos elementos: el pancatalanismo, que abarca aparte de los esperables territorios baleares y valencianos, pero también a un trozo de Francia y la franja de Aragón, y, sobre todo, el trozo de frase destacada en amarillo: la búsqueda de la desconexión frente a un Estado hostil (algo aburridamente esperable) pero asimismo frente a un "pasado hostil" (!)

"Situar al País Valencià, les Illes Balears, la Franja de Ponent i la Catalunya Nord el Dret a Decidir en el centre del debat polític, articulant al seu entorn la construcció d’alternatives emancipadores al caduc règim de la monarquia espanyola i l’Estat Francès.
Entenem doncs que, des de la clarificació estratègica i l’objectiu compartit de construir una República Catalana independent, socialment justa i radicalment democràtica, cal treballar cadascú des del seu àmbit, amb transparència i sense sectarismes, aplegant el màxim d’esforços i habilitant les millors eines possibles de participació i d’intervenció política, d’enquadrament i de mobilització social, per tirar endavant polítiques de ruptura i desconnexió respecte un estat i un passat hostils."

En el fondo, ahí está la clave del delirio independentista, patológica y perversamente quijotesco; querer luchar contra unos gigantes-molinos españoles de opresión que sólo existen en su cabecita. La lucha contra un pasado imaginado, anhelado, de victimización. Un pasado de genocidio armenio que sólo existe en sus mentes intoxicadas.

Ellos quisieran ser víctimas de España, de la historia occidental, como todo yihadista que se precie.
Pero lo son sólo de juguete, o de diván de psicoanalista, que es casi lo mismo.

El odio que sienten por lo español es el auto-odio más extraño en Europa de las últimas décadas.